diumenge, 7 de març del 2010

La herida luminosa

 La Vanguardia, Cultura/s 24/2/2010

Pere Guixà











Esta nouvelle,primera de varias de las que consta el volumen y que le da nombre, parte del multitudinario funeral que en el 2003 convocó a los barceloneses para despedir al escritor Terenci Moix. El narrador protagonista asistió a esta despedida en el Saló de Cent. De muy joven, había conocido a Moix en Londres; y la acción se traslada a un día de 1991, en el que ambos comparten paseos, complicidades y aprensiones.

A quienes creen que lo mejor de Moix es lo que hay en sus memorias, la narración interesará, pues ofrece un punto de vista lúcido y sabroso. El conocimiento de la vida de Moix (con gran nivel de detalle) y la fascinación por el personaje y por el escritor (un tono mitómano muy controlado) van dejando paso al retrato que rebusca en el quid de alguien, Moix, que se creó un impar personaje, lleno de manierismos y divertidísimo, cuyo desgarro interior se emboscaba en el intrincado punto donde para ser uno mismo hay que ser doblemente artificioso.

Pero antes de lo decadente viene lo cómico. Y es tronchante la escena en que Moix visita a Núria Espert ("reieeet meu") tras una actuación de la actriz en el Covent Garden. Y la cena de hipocondriacos entre Moix y la secretaria Inés (matrimonio blanco) y Cabrera Infante y su esposa, Míriam. Al final, el joven narrador quiere sumarse a la espiral de excentricidades y, cuando al mirar una vieja cinta de Lola Flores duda que cante ella, todos, entre babas de embeleso, se vuelven hacia el pipiolo y le reconvienen una y otra vez: "¡Es Lola!".

La narración confronta a la voz narradora (¿el propio autor?) con la personalidad arrebatadora de Moix. Está muy bien la gradación entre aquello que ya sabe del escritor este personaje y lo que va observando: el sometimiento al juicio ajeno de cualquier artista, la contemplación de lo doméstico o práctico, la disciplina de trabajo tras los focos del éxito. La última parte se vuelve muy íntima, un tú a tú con Moix. ¿No es esto más pornográfico que las explícitas escenas del biopic sobre Gil de Biedma? No hay comparación posible. Moix no estuvo en ningún pedestal y de ahí que cualquier semblanza suya se apoye en una gran humanidad y la trascendencia moral de quien fue libre.

Para llegar a alguna verdad, el texto se fija en la relación de Moix con su madre y también con el célebre actor (Esteve Ferrándiz, en la historia) que fue su pareja durante años. Parece una broma la interpretación edípica y, con todo, da sentido al conjunto, que acaba adquiriendo gran autonomía. Una narración muy recomendable.